LA EXTRAÑA SOLEDAD DEL POETA
En las entrañas de una cafetería,
una señorita me invitó a
una cacería dialéctica,
en la cual hablábamos de ética lujuriosa,
de física
cuántica...
Cuando dos polos se repelen y
de esa
extraña química
del amor que sólo conoce Fortunato.
¡Qué asedio del alma por un
amor no
correspondido!
El edicto de una estirpe
Que da la lata y
lanza la lanza...
Hacia el infinito.
Aquí en mi cafetería de media noche...
En mi
cuchitril de madrugada...
En mis entrañas,
compongo el siguiente
poemario pop, en el que, yo,
me ato los zapatos, me ligo las manos,
me amarro las piernas como el guarro o
el cordero con cara degollada,
enlazo las sílabas, sujeto tus verdades,
aseguro el axioma de la incertidumbre...
de aquello que no ves pero no sientes,
aquello que
viertes en mi mente.
La señorita, la fulana mengana
que me tira un soplo en el corazón.
La más sola de las soledades es la del poeta
que se suicida cada noche y
renace por la tarde en una cafetería
que tiene que sentenciar y condenar
las
confabulaciones
de
un planeta que está repleto de gente
que
grita libertad y
pone un nombre y una bandera...
A la palabra libertad.
Carlos Chatham
19/6/2003
TENORIO